PASIÓN POR EL ANTIGUO EGIPTO




PASIÓN POR EL ANTIGUO EGIPTO

LA COLECCIÓN EGIPCIA DEL MUSEO DE PONTEVEDRA
Emma González Gil  y  César Guerra Méndez


El Museo de Pontevedra, situado en la misma capital  de provincia, fue fundado por la Diputación Provincial el 30 de diciembre de 1927 y abrió sus puertas al público el 10 de agosto de 1929. El recinto lo constituyen seis edificios[1] ubicados en el centro histórico de la ciudad; cinco de ellos se hallan dentro de la antigua urbe medieval amurallada y el sexto justo a su lado. Estos espacios, además de contener las oficinas, los  lugares administrativos y logísticos, albergan las salas donde se encuentra expuesta una rica y variada colección de objetos centrados, sobre todo, en el patrimonio gallego y su historia. Tras la fundación del museo, el castro Monteagudo, un pazo del siglo XVIII, fue el emplazamiento elegido como primera sede museística. A lo largo del tiempo, el espacio se ha ido ampliando con la incorporación del resto de edificios que constituyen su conjunto actual.
El Museo de Pontevedra, en sus diferentes edificaciones, expone pintura, escultura, dibujos, grabados, arqueología, numismática e instrumentos musicales, además de  joyería, mobiliario y  elementos de vida cotidiana. En definitiva, una rica y variada muestra centrada, sobre todo,  y como se ha mencionado anteriormente, en el patrimonio gallego y su historia. Sin embargo, el museo también alberga una sorpresa. Se trata de una importante colección de piezas, concretamente treinta y tres, correspondientes al antiguo Egipto que bien podría ser considerada el mayor conjunto de elementos de esta cultura milenaria en Galicia, y que actualmente no está expuesta al público. Esta importante muestra procede de la donación  que el Sr. José Fernández López realizó al Museo de Pontevedra el 30 de junio de 1971.
El Sr. José Fernández López, natural de Sarria (Lugo) y fallecido en 1986, fue un gran emprendedor procedente del sector de los negocios cárnicos e inventor del pescado congelado. En el año 1960 creó la empresa Pescanova  y la empresa Zeltia[2]. Fue además el primero en utilizar buques factoría y la técnica de la pesca en caladeros lejanos. A todo ello hay que añadir que también introdujo el cultivo del kiwi en el sur de Galicia.  Dejando aparte sus dotes empresariales, este célebre personaje fue un galleguista consumado, un hombre con grandes inquietudes culturales y un coleccionista. En 1962, el Sr. José Fernández López, con la finalidad de impulsar el Museo de Pontevedra, aportó una generosa contribución económica  que posibilitó la adquisición de la finca número 10 de la calle Pasantería, la casa número 8 y la finca anexa. Dicha acción permitirá la ampliación del espacio museístico.  Las obras finalizarían en 1965 y el inmueble fue bautizado con su nombre.  
Su colección de piezas del antiguo Egipto se debe a la amistad que tenía el Sr. José Fernández López con el Sr. Luis Morueco Rodríguez[3], famoso comerciante de antigüedades que además de amigo, era cliente suyo. El Sr. Luis Morueco Rodríguez había conseguido dos lotes completos de objetos del antiguo Egipto[4], uno de los cuales fue vendido a su amigo a principio de los años setenta. Por lo tanto, las piezas  pasaron rápidamente de su comprador al Museo de Pontevedra, hecho que hace pensar en una clara intención de donación tras la adquisición de las mismas.
La colección egipcia del Museo de Pontevedra consta, como se ha mencionado anteriormente, de treinta y tres piezas de las cuales tres, tal vez  cuatro, son falsificaciones. Dicha muestra se encontraba expuesta en una vitrina bajo el título  “Exipto e Mesopotamia”  junto con otras piezas procedentes de Oriente Próximo.  Entre los fondos de naturaleza faraónica podemos distinguir ushebtis, dos escarabeos falsos, estatuillas completas y otras fragmentadas, elementos de divinidades, un artefacto ritual, vasijas, ungüentarios y dos piezas con inscripciones altamente interesantes. En general, se puede decir que el conjunto está constituido por una colección nada desdeñable que presentamos a continuación.  


Ushebtis
De los once ushebtis, uno es una falsificación. Confeccionados en piedra caliza[5], alabastro, fayenza y terracota corresponden a diferentes períodos desde el Reino Nuevo hasta la Baja Época. Su estado de conservación no permite, en algunas de las piezas, una fácil lectura de las inscripciones jeroglíficas que presentan.

Escarabeos
Se trata de falsificaciones. Los dos escarabeos con cabeza humana intentan imitar la tipología de los modelos del Reino Nuevo[6].  Presentan un grado de deterioro que parece hecho a propósito con la finalidad de otorgar a las piezas una apariencia desgastada para hacerlas pasar por verdaderas antigüedades. Ambas piezas  imitan  los reversos de escarabeos con sellos reales de los faraones Tutmosis III y Tutmosis IV, soberanos de la dinastía XVIII[7].


Estatuillas
Cuatro piezas totalmente descontextualizadas. La más antigua, fechada del Reino Antiguo[8], es un pequeño busto fracturado y confeccionado en piedra caliza que muestra un hombre tocado con una peluca corta que presenta unos rizos labrados con gran precisión. El segundo ejemplar, constituido por una cabeza granítica fracturada, corresponde al Reino Nuevo. También presenta una peluca corta pero sin rizos.  La tercera estatuilla, realizada en diorita y probablemente del período ptolemaico[9], muestra el torso desnudo y lleva un faldellín plisado corto además de una peluca tripartita. La última de las mismas de tamaño reducido y realizada en piedra caliza, muestra un personaje sentado que  de forma, muy esquemática mostraría el modelo de las estatuas cubo. Podría tratarse de una falsificación.


Fragmentos de estatuas votivas
Dos fragmentos de estatuillas votivas realizadas en bronce por fundición. El primero de los mismos corresponde a un disco solar rodeado por dos cuernos liriformes, símbolo atribuido, habitualmente,  a la diosa Hathor aunque, en este caso, es más probable, por la época en la que fue confeccionada la pieza, que corresponda a una estatuilla de la diosas Isis amamantando a su hijo Horus. Corresponde a la Baja Época[10] o al período ptolemaico.


Sistro hathórico
Parte intermedia perteneciente a un sistro hathórico confeccionado en bronce por fundición y que presenta una minuciosa decoración mostrando el rostro de la diosa Hathor con orejas de vaca y luciendo una peluca que acaba en dos bucles además de un gran pectoral. En los laterales, a la altura de los hombros se halla representada una flor de loto y, en cada una de las orejas son visibles los orificios en los que iba sujetada una cobra. Sobre la cabeza de la divinidad se encuentra una estructura rectangular donde hay representados motivos vegetales y toda una serie de cobras dispuestas a modo de pantalla. El conjunto está coronado por una pequeña figura de una deidad que bien pudiera ser la diosa Bastet. Es fechable entre la Baja Época o el período ptolemaico.


Vasijas
Presentan formas y materiales diferentes además de corresponder a diversos momentos cronológicos. La pieza más antigua puede ser fechada entre el período predinástico[11] y la Época Tinita[12], momento en el que se trabajan piedras duras tales como la breccia o la diorita. La pieza estaría enmarcada dentro de las producciones de objetos de lujo.  Otro de los elementos lo constituye un vaso ovoide confeccionado en alabastro y cuyo cuello y borde redondeado han desaparecido. Su producción durante la historia del antiguo Egipto fue muy regular, por lo que, de momento y sin contar con un estudio más detallado, sólo puede ser fechado a partir del Reino Medio[13] en adelante. El tercer modelo, realizado en bronce por fundición y de aspecto bitroncocónico, presenta un largo cuello decorado mediante líneas. Se trata de un tipo de recipiente habitual dentro de los contextos tanto litúrgicos como funerarios cuya finalidad era la de contener líquidos de libación destinados a realizar actos de purificación de ofrendas. Puede fecharse entre la Baja Época y el período  ptolemaico.


Ungüentarios
En este caso se trata de siete ungüentarios en alabastro y un octavo confeccionado en pasta vítrea. Corresponden a diversos períodos además de presentar diferentes estados de conservación. Estos pequeños recipientes, considerados de lujo, contenían toda una serie de sustancias utilizadas, básicamente, como elementos de cosmética. El trabajo de los mismos es muy preciso llegando a presentar un grosor máximo de 3 milímetros. Cabría situar las piezas entre el Tercer Periodo Intermedio[14] y la época  ptolemaica a excepción del confeccionado en pasta vítrea que puede ser datado del Reino Medio.
Dentro de la tipología de ungüentarios cabe destacar una pieza que presenta escritura jeroglífica. Confeccionada en alabastro, la inscripción, elaborada de un mondo un tanto irregular,  muestra restos de policromía negra[15]. En la primera línea puede leerse “el dios perfecto Aajeperura” y en la segunda “Amado de Nejbet”. Dado que carece del epíteto maajeru (justificado) y di anj (dotado de vida), es poco probable que se trate de un vaso funerario aunque se hallan descubierto ejemplos similares en algunas tumbas. Originariamente la pieza contaría con una tapa circular en donde podría leerse el nombre de nacimiento del soberano[16].


A los fondos de la colección mencionados cabe añadir y destacar un fragmento en alabastro perteneciente a una vasija de forma globular cuya tipología se remite a los modelos globulares de base redonda y que muestran un cuello estrechado holgado además de un borde amplio, cuyo diámetro es el mismo que  el correspondiente al cuerpo de la pieza, además de presentar un labio plano y dos asas asimétricas a modo de protuberancias que alargarían hacia abajo su base  hasta el doble de su tamaño. En esta porción se aprecia tres líneas horizontales escritas en tres lenguas diferentes[17]: cuneiforme paleopersa, elamita aqueménida y acadio aqueménida o neo babilonio. Justo debajo de las misma hay representada una línea vertical con inscripciones jeroglíficas. En todas ellas puede leerse “Jerjes, gran rey”. Sin embargo, en la correspondiente a los jeroglíficos el nombre del soberano va precedido por el símbolo de cielo pet.  Es bastante probable que la pieza original hubiera sido manufacturada en Egipto y trasladada posteriormente a Persépolis o Susa por motivos de tipo protocolario. Es presumible que los monarcas persas utilizasen algunos de estos recipientes para obsequiar a personajes relevantes del imperio[18]. Parece bastante evidente fechar la pieza durante el reinado de Jerjes I[19] durante la dinastía  XXVII, que corresponde al denominado Primer Período Persa[20] que se circunscribe dentro de la Baja Época. Es muy probable que Jerjes hubiera tenido esta pieza entre sus manos.


[1] El edificio Castro Monteagudo (s. XVIII) que alberga las colecciones de arqueología, orfebrería prerromana y romana, orfebrería popular y civil y pintura española, italiana y flamenca de los siglos XV al XVIII; el edificio García Flórez (s. XVIII), unido al anterior y donde es posible admirar azabaches, grabados, escultura religiosa, cerámica de Sargadelos, el despacho del almirante Méndez Núñez y una reproducción de la cámara de la fragata Numancia; el edificio Fernández López situado en la misma plaza que los anteriores y donde se  encuentra la sede administrativa y el centro de investigación del museo; el edificio Sarmiento (s. XVIII) ubicado al lado de la iglesia de San Bartolomeu, y dedicado a exposiciones temporales;  las ruinas del convento de San Domingos (s. XIV y XV) que posee arquitectónicos de diversa procedencia; el sexto edificio, dedicado a exposiciones temporales, presenta la colecciones de pintura española de los siglos XIX y XX además de una muestra de pintura gallega contemporánea.
[2] Actualmente Pharmamar donde se producen fármacos de origen marino.
[3] El Sr. Luis Morueco Rodríguez poseía una tienda de antigüedades en San Sebastián antes de trasladar su negocio a Madrid en 1964. La nueva sede  fue ubicada en el local que ocupaba antiguamente el café del Prado. La obra de remodelación del espacio la llevó a cabo el Sr. Fernando Chueca Goitia, considerado un referente ineludible de la arquitectura española del siglo XX.  Además de arquitecto, fue ensayista, académico, historiador de la arquitectura y un gran erudito.  El nieto del Sr. Luis Morueco Rodríguez, el Sr. Javier Morueco Huerta comentaba que “en este anticuario era  posible adquirir piezas arqueológicas, arte primitivo, alhajas, cuadros… de todo un poco”. Actualmente se mantiene el negocio familiar.
[4] Se desconoce la procedencia de los mismos.
[5] Algunos modelos conservan todavía ciertas partes policromadas.
[6] 1550-1069 a.C.
[7] 1550-1295 a.C.
[8] 2686-2125 a.C.
[9] 332-30 a.C
[10] 664-332 a.C.
[11] 5300-3000 a.C.
[12] Época denominada también Dinástico Temprano o período arcaico: 3000-2686 a.C.
[13] 2055-1650 a.C.
[14] 1069-664 a.C.
[15] Que tanto puede ser antigua como un truco del comercio de antigüedades para resaltar la inscripción de la pieza. Algo habitual en la primera mitad del siglo XX.
[16] Elisa Castel y Miguel Jaramago estudiaron esta pieza y propusieron que seguramente procedía de uno de los depósitos fundacionales correspondientes al templo dedicado a la diosa Nejbet edificado en El Kab. Esta hipótesis se formula a partir de la mención de la diosa y Amenhotep II que fue uno de sus principales constructores. Con todo ello es posible establecer, por primera vez, un lugar de procedencia y una cronología clara: durante el reinado de Amenhotep II (1427-1400) dinastía XVIII.
[17] Las líneas cuneiformes se representan con tales caracteres debido a que se trata del sistema gráfico mesopotámico tradicional y con mayor continuidad durante su historia. Se leen de izquierda a derecha y carecen de cualquier tipo de separador gráfico, algo que si se aprecia en otras. - Primera línea: Al ser la primera, se escribe en cuneiforme paleopersa, la escritura regia por excelencia del imperio, creada deliberadamente en el siglo VI a.C. (Trasliteración: “(xa-sha-ya-a-ra)-sha-a : XS : va-za-(ra-ka)”- Traducción literal: “ Xshayârsha (Jerjes) : rey : grande”) - Segunda línea: Se escribe en elamita aqueménida, una variante de la elamita. Se documenta entre el 550 y el 330 a.C. (Trasliteación: “(1ik-she-ir-ish)-shá 1sunki ir-shá(ir-ra)” – Traducción literal: “liksheirisha (Jerjes) – rey grande”) - Tercera línea: se escribe en acadio aqueménida, también conocido como tardobabilonio o neobabilónico. Se trata de un dialecto tardío del acadio, que se hablaba desde el 3000 a.C. en Mesopotamia. (Trasliteación: “(1Hi-shi-a’-)ar-sha-a sharru(LUGAL) rabû(GAL)-ú” – Traducción literal: “Hishiarsha (Jerjes) rey grande”).
[18] Sin embargo, si nos aventurásemos a delimitar una zona concreta de procedencia podríamos mencionar Susa, la capital del momento.
[19] 486-465 a.C.
[20] 525-359 a.C.


Bibliografía
Brage Martínez, L. (2015): O coleccionismo de antigüedades de Oriente Próximo en España (Traballo de fin de mestrado), Universidade da Coruña, Facultade de Humanidades e Documentación, ACoruña. pp 114-116.
Castel Ronda, E. (2009): Diccionario de signos y símbolos del Antiguo Egipto. Madrid.
Castel Ronda, E. (2009): Gran diccionario de mitología egipcia. Madrid.
Castel Ronda, E. y Jaramago Canora, M. (2009): “El vaso de Amenhotep II en Pontevedra”, Isimu revista sobre Oriente Próximo y Egipto en la antigüedad 18-19: 251-258.
Jaramago Canora, M. (2005): “El vaso aqueménida del Museo de Pontevedra: un análisis epigráfico”, Museo de Pontevedra 59:303-312
Pons Mellado, E. (2002): “Catálogo de piezas egipcias del museo de Pontevedra”, Museo de Pontevedra 56:320-321.  



Documentación gráfica de la colección egipcia del Museo de Pontevedra. Foto de César Guerra. 



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