PAPIROS MÁGICOS



PAPIROS MÉDICOS DEL ANTIGUO EGIPTO
MEDICINA Y MAGIA COMO PARADIGMA DE LA CURACIÓN
Y  SU PERVIVENCIA EN EL TIEMPO
Emma González Gil

Resumen: Los denominados papiros médicos aportan una valiosa información acerca de los conocimientos y las prácticas médicas llevadas a cabo durante la época faraónica. Estos documentos proporcionan un relevante número de detalles acerca de las dolencias, diagnósticos y remedios para un gran número de afecciones mediante preparaciones a base de hierbas, cirugía y prácticas rituales que complementaban el tratamiento a seguir con la finalidad de garantizar el éxito de la curación. En este sentido fue habitual la utilización y la práctica de conjuros. De este modo, medicina y magia se hallaban íntimamente ligadas y asociadas a distintos amuletos con la finalidad de potenciar el efecto benefactor de la práctica. Muchas de las acciones mágicas y médicas llevadas a cabo por los antiguos egipcios han sobrevivido al tiempo, siendo posible observar las mismas, actualmente, en una buena parte del entorno rural de este país nilótico.


Palabras clave: Egipto, medicina, magia, conjuros, rituales.


En el antiguo Egipto la utilización de los conjuros, inscritos en papiros, dentro del ámbito médico se debía a la creencia generalizada basada en el convencimiento de que las enfermedades eran el resultado de la acción de espíritus malignos, de divinidades enojadas, o incluso, de la reacción de un difunto descontento. En este sentido no es de extrañar el uso de la magia y de los conjuros con el propósito de erradicar la enfermedad generada. Tras la desaparición de la civilización faraónica, la tradición médico-mágica continuó su singladura hasta nuestros días, siendo posible observar este tipo de rituales en una buena parte del entorno rural del Egipto actual.  Veamos, a continuación, algunos ejemplos.

En el suelo de algunas necrópolis correspondientes a antiguos cementerios griegos y romanos situados en el Alto Egipto, es posible encontrar cuentas de collar que reciben el nombre de perlas romanas[1].  Se trata de piezas confeccionadas en cristal transparente recubierto por una fina lámina de oro. Estas perlas son vendidas en los mercados locales a un precio muy bajo ya que han perdido la lámina dorada. Existe una gran demanda de las mismas por parte de las mujeres de los pueblos. Una vez adquiridas, se pulverizan en un mortero hasta obtener un polvo muy fino que espolvorean en los ojos de cualquier persona que sufra de cataratas u otra enfermedad oftalmológica que cause la aparición de una película sobre el globo ocular. Otra utilidad de las perlas, junto a los escarabeos, es su empleo como elemento potenciador de la fertilidad. Algunas mujeres chupan estas cuentas antiguas y amuletos con la finalidad de quedarse embarazadas. Estos abalorios, considerados mágicos, también pueden sumergirse en agua que luego es bebida o bien, se dejan en el suelo con la finalidad de pasar por encima de los mismos siete veces[2].

En el antiguo Egipto era habitual el uso de agua con natrón[3] para purificar y limpiar el cuerpo de toda clase de espíritus o presencias negativas. Actualmente se sigue utilizando con la misma finalidad[4].  También fue habitual emplear incienso[5]. Hoy en día continúa esta tradición.   Algunos tipos de resinas, utilizadas como incienso, son masticadas por los egipcios con la finalidad de prevenir la halitosis. Los campesinos egipcios queman esta resina antes de instalarse en un nuevo hogar o en una casa que haya permanecido inhabitada o desatendida durante un cierto tiempo.  En el primer caso  se considera que la vivienda está habitada por un espíritu maligno que anteriormente vivía en el terreno donde fue construida, y, en el segundo caso, al quedar deshabitada, durante un espacio de tiempo, ha sido tomada como residencia, por espíritus malignos. Mediante la quema de incienso en estas moradas,  los egipcios creen que limpian las mismas de todo tipo de moradores indeseables y perjudiciales.  Si una persona a la que se le ha echado un mal de ojo, o así lo consideran sus vecinos o familiares, visita uno de estos espacios, los residentes del mismo quemarán incienso, lo antes posible, en el momento que el incómodo visitante se haya marchado. De esta forma se considera que tanto los habitantes del hogar, así como todo el espacio y las posesiones materiales que hay en el mismo, quedan purificadas y liberadas de los efectos nefastos que produce un mal de ojo.

Se sigue el mismo procedimiento de quemar incienso en la habitación donde una mujer está pariendo con la finalidad de purificar el lugar y alejarlo de los malos espíritus. En los Textos de las Pirámides[6] ya se menciona este acto de proteger y purificar el entorno de todo aquello nocivo y perjudicial. En el Bajo Egipto existe la costumbre de quemar incienso en las jarras de agua. Los nuevos recipientes de almacenamiento y los utilizados para beber, primero se lavan con agua y, luego se ponen al revés,  apoyando su cuello encima de unos adobes, de forma que permitan que entre el aire dentro de los mismos.  A continuación se quema incienso justo por debajo de estos elementos,  de tal manera que el humo se eleve y llene su interior. Cuando el fuego se apaga y el humo se dispersa, los recipientes son llenados con agua.

A pesar de los medicamentos modernos, muchísimas personas, dentro del mundo rural, prefieren utilizar remedios a base de plantas. El conocimiento de estos preparados naturales se ha transmitido de generación en generación desde tiempos inmemoriales. Algunas de las plantas utilizadas crecen de forma salvaje. Sin embargo, otras  proceden de cultivos y algunas de las mismas sólo se encuentran en el desierto. Entre las plantas salvajes cabe destacar la chenopodium amabrosioides[7] que, una vez lavada, se deja secar al sol para luego colocarla en un mortero donde se chafa hasta obtener una pasta que se aplica encima de los forúnculos y se fija mediante un vendaje. Actúa como cataplasma además de limpiar el pus; la solanum nigrum[8] tiene la misma finalidad; la rapistrum orientale se prepara de igual forma que las dos anteriores y, la pasta resultante se utiliza como remedio para las quemaduras. También previene la formación de pus; la Ailanthus altissima[9] se usa como remedio para el estreñimiento, los dolores de estómago y los calambres intestinales.  Debe hervirse con poca agua y colarse.    La planta del aceite de ricino crece en todas partes. Las semillas de la misma  son la fuente del aceite y una purga popular en Egipto, especialmente en invierno. Sus hojas se usan como remedio para las quemaduras. Una vez lavadas y secadas, se aplican directamente sobre la zona a tratar. También es útil para las contusiones acompañadas de hinchazón. Los antiguos egipcios eran muy conscientes del uso de la planta del aceite de ricino.

Además de su uso culinario, el perejil se considera un remedio para varios problemas urinarios, incluida la inflamación de los riñones, la vejiga y la uretra, así como para la arenilla y el exceso de ácido úrico en la orina. Las semillas de la planta deben hervirse en agua y beber el líquido resultante a primera hora de la mañana y antes de tomar cualquier otra bebida o comida.  Cabe añadir también el romero, un remedio agradable y efectivo para paliar algunas enfermedades renales. Otro vegetal muy apreciado como medicamento por los antiguos egipcios y los romanos fue la alcachofa. Sus propiedades ayudan a paliar dolencias hepáticas. La planta se hierbe en tres litros de agua hasta que quede reducido el líquido a un litro. Su ingesta ha de realizarse, imprescindiblemente, antes de las comidas. El comino también es digno de mención. Se administraba y se administra, una vez hervido y endulzado, a los bebés que sufren cólicos y flatulencias. Incluso, servía para complementar el suministro insuficiente de leche materna además de mitigar enfermedades urinarias.

Las siguientes plantas, que crecen en el desierto, eran recogidas con el propósito de  elaborar medicamentos. Una pequeña cantidad de pulicaria undulata,  hervida con un poco de agua, sirve para calmar los nervios, relajarse y tener un sueño reparador.  La parte inferior del Cymbopogon proximus[10],  una vez infusionado, es un excelente remedio para las dolencias gástricas así como para la tos seca. En este caso, se mezcla, a partes iguales, con romero y se hierbe.  El Citrullus colocynthis[11], es utilizado para aliviar dolores reumáticos.  Debe ser cortado por la mitad, calentado y colocado en el lugar del dolor y sostenido mediante un vendaje. Hervido en agua y bebido durante tres veces al día, es bueno para los calambres intestinales y los dolores gástricos, además de estimular la secreción biliar y operar como purgante.  No hay duda de que muchos de estos remedios herbales eran conocidos por los antiguos egipcios, pero en muchos casos resulta difícil identificar los nombres antiguos de las plantas. Exceptuando los tallos de la alcachofa, los ingredientes debían prepararse frescos cada día.

Además de los remedios a base de plantas,  los antiguos egipcios realizaron curas utilizando animales. Algunas de las mismas han pervivido hasta la actualidad. En Asiut[12] el erizo es considerado un buen remedio para aliviar un dolor profundo o una contusión severa. Se coloca encima de la zona a tratar y se deja bien sujeto, durante dos o tres horas. En otros lugares las púas del erizo se secan en un horno y, a continuación, se pulverizan para conseguir una especie de incienso que cura la fiebre. El paciente se sitúa ante el brasero, sobre el cual, y con un fondo de carbón, se han colocado las púas pulverizadas del erizo. De este modo se deja que el humo penetre en la ropa de la persona enferma y adquiera cualidades curativas. La piel de los erizos así como sus púas, forman parte del surtido de productos de las herboristerías especializadas en hierbas y otros remedios rurales.  En el papiro Ebers[13] se menciona la importancia de las púas de los erizos, una vez molidas y mezcladas con grasa o aceite, para curar la calvicie.

Otro producto importante dentro de la farmacopea de los antiguos egipcios y que actualmente sigue en uso, es la miel.  Existe un gran número de referencias acerca del empleo de este fluido dulce en los papiros médicos faraónicos.   En el papiro Ebers se indica que para mitigar un dolor de cabeza se requieren varios ingredientes que deben utilizarse juntos y mezclados con miel. Esta mezcla se colocaba sobre la cabeza del paciente. En este caso, la miel puede haber sido utilizada para reducir la inflamación, además de servir de base para los demás componentes.  La miel también se halla altamente recomendada en el papiro quirúrgico Edwin Smith[14] como ungüento antiséptico. Combinada con ruda y un conjuro mágico, fue utilizada para curar las mordeduras de perro.  En el mismo  documento se menciona un sortilegio para sanar la infertilidad, acompañado de un supositorio de miel pura[15].  Asimismo, la miel se usaba para combatir las inflamaciones de los ojos[16]. En el Egipto actual es muy frecuente el uso de una cataplasma de miel para curar la inflamación de los ojos, además de ser  muy efectiva en casos de conjuntivitis o inflamación de los ojos por exposición solar o polvo.  En el antiguo Egipto la miel se utilizaba también para mejorar el aliento cuando se mezcla con una resina aromática. Se fabricaba una bolita que se disolvía en la boca. Actualmente se sigue utilizando. Otros usos de este néctar permitían y permiten mitigar las náuseas durante el embarazo, además de  aliviar las quemaduras producidas por el aceite o el agua caliente[17]. En muchos de los papiros médicos también se menciona la leche y, más concretamente, la materna[18].  Hoy en día es habitual que los campesinos apliquen leche materna en un ojo afectado. Se trata de una cura exitosa para las oftalmias. Otros dos componentes importantes son la saliva y la orina. La saliva, utilizada desde la antigüedad, se concebía como una cura para las enfermedades del cuero  cabelludo y de la calvicie, además de un remedio para las lesiones oculares y las mordeduras de perros[19].  La orina fue considerada, por los antiguos egipcios, como un medicamento muy popular y altamente eficaz. Hoy en día,  se utiliza como cura para la tiña y otras enfermedades de la piel y el cuero cabelludo[20]. En muchos pueblos egipcios modernos hay ciertos Sheikh[21] que se consideran hombres santos con capacidad para curar heridas, especialmente las producidas por serpientes, escupiendo sobre la zona afectada del cuerpo por la mordedura.  Además, casi todos los niños pequeños de las aldeas, cuando se han hecho una herida, escupen encima de la misma o sobre las heridas de sus compañeros.

Otro aspecto que cabe destacar es el papel de los hechiceros y la magia. Egipto fue famoso por sus magos. La magia regía la vida de sus habitantes a través de las ceremonias, los rituales, los amuletos…  Los magos pertenecían a las elites y habían recibido una gran formación. Algunos de estos personajes estaban emparentados con la familia real. Incluso,  existían unos individuos denominados hk3y[22].  Cuando algún mago moderno desea aprenderse un conjuro, lo escribe con tinta en un papel que luego sumerge en agua que queda teñida por la tinta. A continuación procede a beberse esta agua con la finalidad de conseguir que el hechizo mágico permanezca en su cuerpo. Los magos actuales suelen ser gente pobre y sin casi formación. Por regla general se encuentran en los mercados donde dibujan amuletos o escriben conjuros por un  módico precio. Realizan talismanes escribiendo, la mayoría de las veces, versos del Corán,  en un papel que luego doblan en forma triangular y lo cosen sobre un pedazo piel o de ropa. Este tipo de elementos se confeccionan con la finalidad de proteger a los niños,  así como a los adultos y a los animales del mal de ojo. También son utilizados para sanar alguna enfermedad.  Incluso, en la iglesia copta existe, entre los sacerdotes y los diáconos, un tipo de magos que están especializados en la curación de las mordeduras de perros rabiosos, además de hacer desaparecer a los espíritus malignos, curar enfermedades, proteger del mal de ojo, romper hechizos promulgados por otros magos, o hallar objetos perdidos.  Para estos cometidos utilizan pasajes de la Biblia[23]. Algunos de ellos poseen viejos libros de magia escritos en copto, conteniendo conjuros basados en los del antiguo Egipto. Además utilizan incienso y aceite sagrado que generalmente suele ser de oliva. 

La actitud de los egipcios actuales hacia sus antepasados es, con frecuencia, contradictoria.  Las mujeres consideran algunos monumentos de la época faraónica paganos y, al mismo tiempo, elementos susceptibles de aportar fertilidad.  En Abydos[24] las mujeres estériles van al templo de Sethy I con el deseo de concebir un hijo. Por regla general se dirigen hacia la zona interna del templo, donde se hallan un gran número de imágenes de la diosa Isis y le tocan los pies y su abdomen. Mediante la ayuda de la divinidad consideran que serán fértiles. En algunas ocasiones, las madres que no tienen suficiente leche para amamantar a su bebé visitan este recinto sagrado esperando que, de este modo, su leche se vuelva abundante. Es habitual hallar en muchos monumentos del Alto Egipto, como en el templo de Sethy I de Abydos, o en el templo de Karnak, ubicado en Luxor, bloques de arenisca en los que se les ha practicado unas incisiones verticales. Las esposas estériles suelen hacer dichas incisiones en la piedra y mezclar la arenilla obtenida con agua. A continuación beben la composición con la finalidad de poder concebir un hijo.  Esta costumbre ya era practicada por las féminas durante la época del antiguo Egipto. Lo mismo sucede con algunas estatuas de divinidades del período faraónico.  A pesar del cambio de religión, primero la copta y luego la musulmana, la tradición de los dioses antiguos sigue persistiendo actualmente, y como se ha mencionado anteriormente,  en las zonas rurales. Este sería el caso de la diosa Tueris[25].  Un importante número de estatuas que representan a esta divinidad muestran evidencias de un pulido inusual en la zona de su protuberante panza fruto del constante roce de las manos de las mujeres que acarician esta parte de la imagen para luego frotarse su propio vientre, con el absoluto convencimiento de que, de este modo, van a quedarse embarazadas. Otra efigie que demuestra la creencia de los antiguos egipcios en la magia vinculada al  poder de estas figuras sagradas se encuentra en piezas, como la correspondiente a Djedhor[26], o en los cippus[27].  Para lograr la curación era necesario verter aguar encima de esta tipología de esculturas. El agua era recogida y administrada al paciente para su restablecimiento.

Los ejemplos citados anteriormente evidencian un importante y significativo vínculo, de una buena parte de la sociedad rural egipcia, con las tradiciones médicas de sus ilustres antepasados. Unas prácticas milenarias basadas en el conocimiento y la experiencia pero siempre, bajo los auspicios de la magia;  el protocolo mágico e indispensable basado en los conjuros y los amuletos capaces de cauterizar y erradicar cualquier enfermedad causada, sobre todo, por la intervención de fuerzas malignas, consideradas las responsables del desequilibrio físico y mental. El peso de la tradición se hace evidente y potencia la preservación de este legado fantástico, de este universo de supersticiones que permite, una vez más cercarse  a la mentalidad  y las tradiciones de la civilización de los faraones.  




[1] Una buena parte de las mismas ha perdido su recubrimiento dorado y puede verse perfectamente la forma ovalada de la cuenta de cristal, cuya longitud es de medio centímetro aproximadamente.
[2] El número 7 se encuentra vinculado con el dios Osiris, divinidad egipcia del renacimiento y de la resurrección.  
[3] El natrón procede, principalmente, del uadi Natrum ubicado en la zona del Fayum que corresponde al Egipto Medio. Existen dos tipos de natrón: el blanco y el rosa  que se emplean de forma indistinta.
[4] Además de los  usos mencionados, el natrón también se emplea para lavar la ropa y para la limpieza vaginal. Es un producto que posee cualidades astringentes e higienizantes.  
[5] Como sería el caso del olibanum o  boswellia sacra. De este árbol se extrae una resina conocida como frankincense. Proviene de las zonas áridas de Omán y de Yemen, además de Somalia.
[6] Fechados a finales de la dinastía V, correspondiente al Reino Antiguo, los Textos de las Pirámides son los conjuros mágico-religiosos más antiguos que se conocen, hasta el momento, de la historia de la humanidad.
[7] Hierba.  hormiguera o epazote.
[8]También denominada hierba mora, hierba negra, o tomatillo del diablo. Sus hojas frescas se machacaban para formar una masa que se aplicaba externamente para tratar infecciones y heridas supurantes.
[9] Denominada árbol del cielo o ailanto.
[10] Especie de hierba.
[11] Denominada comúnmente coloquíntida o tuera, es una planta nativa del norte de África, Egipto y Nubia.
[12] Ciudad ubicada en el Egipto Medio.
[13] Papiro medico correspondiente al reinado del faraón Amenhotep I, de la dinastía XVIII. Contiene 700 fórmulas magistrales y remedios, además de conjuros mágicos para potenciar la curación.
[14] Corresponde al Segundo Período Intermedio, dinastías XVI-XVII. 
[15] Griffith pp 114-139.
[16] El papiro Ebers también hace referencia a la utilización de la miel como remedio para las enfermedades oculares. 
[17] Se rellena la herida con miel y se envuelve utilizando un paño. Tras doce horas el dolor desaparece completamente y al sacar la tela no queda ningún tipo de ampolla.
[18] Preferiblemente la correspondiente a una mujer que ha dado a luz a un varón.
[19]En los Textos de las Pirámides se mencionan las cualidades curativas de la saliva, incluso para repeler entidades malignas. Cap. CII (102).
[20] Actualmente se utiliza tanto la orina humana como la de camello.
[21] Líder religioso o político local.
[22] Los que practican la magia.
[23] Especialmente los salmos de David.
[24] Situado en el Alto Egipto.
[25] Su nombre egipcio era Taweret. Tueris es como la bautizaron los griegos. Relacionada con las mujeres embarazadas, protegía a las mismas durante todo el embarazo, el parto, y el puerperio.
[26] Personaje de la dinastía XXX o de principios de la época ptolemaica.  Durante su vida desempeñó funciones de sanador y fue especialista en curar las mordeduras de animales ponzoñosos. Los hechizos mágicos utilizados se encuentran inscritos en toda la pieza exceptuando su rostro. Para lograr  la curación deseada era necesario verter agua sobre la estatuilla en cuya base existe una superficie cóncava. El agua quedaba depositada en esta zona. Acto seguido se recogía y se daba a beber al paciente. 
[27] Se trata de un tipo de estelas mágicas y protectoras que aparecieron en Egipto durante la dinastía XVIII, Reino Nuevo, y fueron utilizadas hasta el período romano. En las mismas se encuentra representado, en su parte central el dios Horus con el aspecto de un niño y totalmente desnudo. En sus manos sostiene toda una serie de animales salvajes y peligrosos como serpientes, escorpiones, leones y antílopes. Sus pies descansan sobre dos cocodrilos y su cabeza está coronada por la cabeza del  dios Bes, protector de los niños, de las mujeres embarazadas y de los partos.


Bibliografía

Blackman, W.: The Fellahin in Upper Egypt. Cairo 2000.
Bardinet, T.: Les papyrus médicaux de l´Égypte pharaonique. Paris 1995.
Hansen, N. (edd.): Omm Sety’s Living Egypt. Chicago 2008.
Inhorn, M.: Quest for Conception: Gender, Infertility, and Egyptian Medical Traditions. Philadelphia 1994.
Walker, J.: Folk Medicine in Modern Egypt. London 1934. 



Fragmento del papiro Ebers. Biblioteca de la Universidad de Leipzig.

Estatua de la diosa Taweret (Tueris).
Minneapolis Institut of Art
Cipppus. Brooklyn Museum. 


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